En Opinion de...Prisma Mulegino

MI Padre murió en la mina… sin rezo ni confesión.

 Mosaico político

 

De lejos la realidad que contaban de su pueblo se le hacía una fantasía. Hasta que vino aquí y pudo comprobar, después de cincuenta años, que las cosas no han cambiado en mucho. Él se tuvo que marchar después de la muerte de su joven Madre. Fue duro dejar a su Padre que era mi única familia, al barrio; la clica… y la novia aquella que nunca podemos olvidar.

Su tío Walter había venido de USA, cuando el calendario de la virgen de Guadalupe que colgaba en la cocina de su casa, marcaba apenas el mes de febrero de 1966. Para entonces Guillermo rondaba en los catorce años y su destino parecía ser el que había recorrido su Padre entre socavones, tiros y contrapozos de las minas de Cobre de la empresa minera francesa “El Boleo”, donde dejó su juventud, aunque ya tenía más de quince trabajando para la empresa minera mexicana. Su nombre –le había dicho su Padre-, era en honor a la mina donde él trabajaba. Recuerda que le decía que todos –o casi todos-, los mineros tenían un hijo de nombre Guillermo, según para que la mina –como si fuera un ser viviente-, se portara bien con ellos: que produjera más y, sobre todo, que les cuidara la vida.

“Yo nunca lo pude comprobar porque mi Padre murió a los meses que partí… y en la mina como murieron todos sus compañeros… sin rezo ni confesión”.

Su vida en USA, no fue fácil al principio como no lo ha sido ahora, con todo y que ya es un ciudadano “americano” con todo lo de la Ley. “Las noches de recuerdos fueron eternas –me dijo-, y siempre contaba los días para regresar a mi pueblo natal. Sobre todo el recuerdo de mi Padre de quien tuve la impresión que sabía de su muerte… aún recuerdo su adiós, su mirada… su triste mirada”.

“A pesar de vivir enterrado en la mina, tuvo la visión de cual era aquí mi futuro, por eso me mando con mi tío y, por eso, le estoy agradecido, muy a pesar que a veces le odiaba por haberme sacado de mi pueblo a donde no había vuelto hasta que pude arreglar mis papeles… porque hasta no hace mucho tiempo, fui un indocumentado” –me aseguró.

“Hoy me vienen a la mente aquellas historias que me contaba mi Padre. Historias inhumanas, algunas difíciles de creer, cuando los capataces franceses exigieron más producción, más horas de trabajo, más esfuerzo, so pena de ser encarcelado. Porque ellos eran dueños de la cárcel, eran dueños del Cobre, de la tierra y del mar… eran dueños de todo y hasta de nosotros mismos” –sentenció. Era la esclavización del hombre por el hombre.

“Hoy quise venir aquí aunque no tengo familiares. Aunque no conozco a nadie y nadie se acuerda de mi. Quise estar aquí para comprobar lo que dicen hoy de mi pueblo: Quise comprobar si en pleno 2016 existe otra manera de esclavización. Y ya desde el Paralelo 28, quizás antes, se escucha decir lo mismo: ¿Quién manda en el deporte y la cultura? <Pedro Osuna señor. ¿Quién administra el puerto? <Pedro Osuna señor. ¿Quién comanda la Seguridad Pública? <Pedro Osuna señor. ¿Quién gobierna Mulegé? <Pedro Osuna señor… Y, así, al igual que en aquella época los franceses eran dueños hasta de la voluntad de los trabajadores mineros, ahora un solo tipo repite la historia.

Es increíble que tenga que venir alguien de afuera a decirnos lo que sucede. A destaparnos los ojos. Pero más inverosímil es, que las nuevas generaciones no se hayan podido liberar del yugo que los esclaviza, del yugo que los saquea y que los obliga a la sumisión.

La historia de Mulegé en lo general y, de Santa Rosalía, en lo particular, no ha sido fácil: Primero El Boleo los subyugó durante sesenta años o, más. Después vino la cultura del subsidio, que tuvo sus inicios cuando nació la minera mexicana. La cual –tal parece-, vino para llevarse lo poco que –se suponía- quedaba. Fue tanta la inmoralidad que, los obreros terminaron por saqueando, porque los jefes hacían lo mismo.

En 1985 al terminar los trabajos de la empresa minera mexicana, el gobierno municipal y estatal empleó a quienes pudieron. Con esto, la cultura del subsidio se afianzó y ganó fuerza. Es notorio a lo que hemos llegado con esta corriente de pensamiento, torcido, pero corriente pensamiento al fin, donde el trabajador de gobierno hace lo mismo que su jefe. Lo que hacen, por respeto a mi pueblo, se los dejo a su imaginación.

Santa Rosalía siempre ha conservado su alegría. Esa no se la han podido llevar. De la nada saca lo que puede y su brillo llega hasta la oscuridad de otras costas. Sin embargo su robusto bagaje cultural luce sombrío. Las manifestaciones culturales de la sociedad civil no superan aún, la incertidumbre cultural del presente. La cultura política no existe y es suplida por coloquios de café y manifestaciones personales… no hay sistema, carecemos de él… solo correncias.

Por el contrario y, paradójicamente, como aquel –aunque industrioso- oscuro pasado, lo que existe es una dictadura, donde su linaje le lleva el torrente y deciden el destino inmediato de un pueblo, que no se ha cansado de quererse morir.

 

Mosaico político

Hace algunas semanas mi trabajo en la docencia me llevó a la ciudad de La Paz, BCS… Y en ese viaje pude estar en la presentación del libro “Ojos de madera, cuchillos de vidrio” de mi amigo, mi profe de ética, lógica, filosofía e historia de Universal en la Prepa, Jesús “Bobby” García Manríquez… Creo firmemente que este libro es el que todos esperábamos para tener en cuenta y, predicar, el sentido de pertenencia a nuestro pueblo… Está muy bueno para que los jóvenes de hoy lo lean y se den una vuelta al pasado de donde provienen… La reflexión sobre el ahora no implica renuncia al futuro ni olvido del pasado: el presente es el sitio de encuentro de los tres tiempos.

Tampoco puede confundirse con un falso hedonismo. El árbol del placer no crece en el pasado o en el futuro sino en el ahora mismo. Octavio Paz.