La triste historia de la sumisión y la omisión.

Mosaico Político

 

Cuando la historia empezó el arroyo Providencia no tenía nombre. No había minas, el mar solía estar siempre agitado y los cerros parecían estar calcinados por el Sol. Nada –o casi nada-, era igual que hoy.

Todo se tuvo que empezar a construir: Los caminos, las minas y la fundidora.  Los talleres, el puerto artificial y los asentamientos humanos. La línea para el ferrocarril, la USINE (casa de fuerza-eléctrica), que dio luz al enclave y energía a una industria minera que alcanzó niveles continentales. Y así empezó nuestra historia, entre socavones y piedras de azul y verde brillante.

Entre el humo enchiloso que se apoderaba de los espacios cerrados como la escuela y la oficina… Y la ordenanza del colonialista con la sumisión de las autoridades locales que es en lo único que podemos hacer parangón.

El imperialista ordenó donde debía vivir el obrero y lo situó en la parte más baja de la zona y sobre el lecho del arroyo Providencia. Al sur, en la parte alta, les construyó sus viviendas a los representantes de las autoridades mexicanas y la llamó Mesa México. Al norte, en otra meseta, construyó su “colonia” y la denominó Mesa Francia.

Todo se hacía bajo la autoridad de la empresa de capital Francés. “Du Boleo” se hacía llamar. Desde que todo empezó en 1885 hasta 1954. Y se fueron… Se llevaron una riqueza enorme y solo dejaron los cerros calcinados por el Sol y con hoyos por doquier. Un cementerio chino, uno nacional, los fierros viejos como vestigios de su paso por esta parte de la península y el puerto artificial.

El asentamiento humano en el lecho del arroyo Providencia y las playas negras, tema ahora, de una romántica canción que nos identifica. (…) y las escorias el mar vuelve a la orilla.

Después vinieron del centro. “A rescatarnos” –dijeron. “A llevarse lo poco que dejaron” –Vinieron.

Desde 1956 a 1985 todo lo que aquí se hizo lo coordinó la Compañía Minera y Metalúrgica de Santa Rosalía S.A. La COMMSRSA… Todos sus vehículos portaban este anagrama. Tenían mano en todo. En lo político, en lo económico y en lo social. Llovía y reparaban las calles. Fallaba el acueducto y lo reparaban. El subsidio llegaba hasta la tienda donde el obrero adquiría sus víveres ya que sin ser una tienda de raya, era su tienda: la tienda de la minera y que seguía bajo el signo de su propio origen: la tienda del Boleo.

Hasta que el hilo del subsidio en la minería se rompió… Pero llegaron los políticos y el subsidio se reinventó.

Después de esfuerzos por quitarse el yugo del centralismo estatal, llegó el momento histórico de empoderar al ciudadano para que, conjuntamente con las autoridades, priorizaran las obras públicas. Paradójicamente la llegada de los “progresistas” al poder estatal –y municipal- le arrebato ese poder al ciudadano y ya el vecino no pudo decidir por las necesidades de su colonia. No siquiera opinar. Menos priorizar.

La sociedad civil en general entro en un impasse y de ahí al limbo. El autoritarismo –reprimido, camaleónico y enfermizo-, empezó a decidir qué hacer y qué no hacer con los dineros del pueblo.

En 1999 Enrique Rigoberto Garayzar fue avasallado en la ejecución de la obra pública por el gobernador Leonel Cota Montaño, quien hizo lo que quiso y pudo, mientras que a Marco Antonio Núñez Rosas le aplicó la misma receta autoritaria. Pavimentos, obra hidráulica, iluminación y todo lo que significa inversión, licitación, construcción y, hasta la infraestructura deportiva, la hizo y la hace el gobierno estatal sin que Alcalde alguno alce la voz.

Es la triste historia de la sumisión de los Alcaldes de BCS que primero defienden su pellejo antes que los intereses del pueblo.

Pedro Osuna en su ejercicio de gobierno le dio figura suprema a la sumisión, y truncó proyectos de su antecesor como la suspensión del proyecto de la red contra incendios en la zona centro de la cabecera municipal y, lo peor, suspendió los comité de vecinos que operaron del 2002 al 2005 en las reuniones del Comité de Planeación Municipal para priorizar obras que fue el último ejercicio democrático que se hizo en Mulegé en este sentido.

José Manuel Murillo Peralta nado “de muertito” en el mismo estanque que su antecesor Pedro Osuna López, mientras que Guillermo Santillán Meza, al ver la actitud autoritaria del gobernador Covarrubias, se lanzó al centro del País y logró recursos para infraestructura deportiva (alguna de ella hoy abandonada), para infraestructura hidráulica (mega pila alimentadora en la parte alta de la colonia Nueva Santa Rosalía), iluminación urbana, entre otras obras de importancia, sin embargo, omitió supervisar las obras que, de manera unipersonal, el gobernador Covarrubias decidió hacer en Mulegé, (como el caso de los estadios empastados, por mencionar algunas de las obras que le dieron pingües ganancias).

Hoy sucede lo mismo. La triste historia de la sumisión al gobernador persiste Carlos Mendoza Davis la emancipa. La ciudadanía sigue sin poder participar en la priorización de la obra pública y la construcción (o como se le llame) del parque Morelos es la prueba más actual de esta sumisión, de bajar la cerviz ante el autoritarismo estatal y la más clara evidencia de Ayuntamiento sometido… Sin más autonomía y libertad que la que conciba el marido oficial.

Hoy tenemos una Alcaldesa vacilante en cada paso que da guiada por su cónyuge imperial, quienes no defienden el patrimonio –tangible e intangible-, del pueblo que, aunque no los vio nacer, debieran tenerle el respeto y el valor para defender sus intereses… Y no solo defender sus intereses familiares y de su grupo Et ad populum… (Poder al pueblo ya).

 

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Hoy hubo entrega de espejitos y cuentitas de vidrio en la plaza central… A estirar la mano, que más da… Inician programa de bacheo en la zona centro de la ciudad y la arengan como una de las siete maravillas del servicio público mundial… Después de un año sin hacer casi nada que recoger la basura y barrer todos los días el mismo lugar… El cabeceo sesgado de una nota sobre la contaminación en nuestro litoral y que menciona con claridad que tal contaminación es acumulativa en cien años de actividad minera, despertó los demonios que persisten en desangrar el desarrollo minero local… Y no solo intentan sangrar esa actividad, sino que sangran todo aquello que pueda generar un billete… Como el del erario… El billete es la sangre con la que se alimentan… Vampiros pecuniarios… El sufrir merece respeto, el someterse es despreciable. Víctor Hugo (1802-1885) Novelista francés.