La voz de lo desconocido.
En mis correrías por la sierra de San José de Magdalena entrando por la cañada de la Marcelina hasta llegar al rancho más intrincado al fondo de arroyos magistrales, San Dieguito de don Carpóforo López y su hijo Juan Carlos, rancho que está en la base de un enorme espinazo rocoso que lo aisla de la Misión de Guadalupe. También mis correrías llegaron a la sierra de San Pedro saliendo desde San Ignacio hasta llegar a Las Higueritas de don Mayelito Rojas, rancho que también lo divide un enorme espinazo, de la Misión de Guadalupe… fue una odisea inolvidable. Y gracias al Güero Verdugo que me llevó por la ruta de San Ignacio.
Les comparto algo de esas voces de lo desconocido.
En San José de magdalena todavía se canta un corrido que escuché en 1950 o por el 51. Lo escribió el profesor Hilario Estrada Lucero que se prendió del palmar y el manantial cristalino, del olor virgen de las naranjas, de la soledad y la nostalgia. Y prendido en los ojos de gata de una morena josefina, un día y a la sombra de un naranjal así le cantó a la mujer y al pueblo: San José de Magdalena/ lindo y hermoso lugar/ donde viven las morenas/ que saben lo que es amar…// Las morenas son hermosas/ cual virgen Guadalupana/ son amables y hacendosas/ como toda mexicana…// La madre naturaleza/ que hace cosas sin igual/ a sus tierras dio riquezas/ dotándole un naranjal…// Frutas sanas, agua pura/ flores de mil variedades/ arboleda que perdura/ todo alegrado por aves…// Estudian niñas y niños/ anhelando la cultura/ almas blancas como armiño/ flor de la patria futura…// hombres de trato sencillo/ humildes y laboriosos/ del trabajo es el platillo/ que consumen muy gustosos…// Oh pueblo californiano/ sé bendito en tu futuro/ como es el embrión al grano/ es tu niñez te lo juro…// San José de Magdalena/ tu tradición es sagrada/ trabaja como en colmena/ y tendrás fama lograda…//
El corrido me lo cantó Trini López, hija de don Procopio, ya fallecido.
Seguro estoy que Hilario Estrada, fundido en la población, en sus gentes y sus huertas, siempre olió a frijol de olla, a café de talega y a tortilla de harina de los comales de las cocinas olorosas a hermandad.
El maestro Estrada en su cántico pintó un edén que la furia del tiempo, de la naturaleza y el hombre, paulatinamente lo fue petrificando en disputas que corrieron por el agua del manantial.
Trini recuerda la charra que su padre Procopio contaba desbaratándose de risa: la charra trata de un león que se encabronó con un grillo y lo retó a que con sus animales se enfrentaran otro día en el llano. El león juntó al tigre, al oso, la zorra, el coyote, al leopardo y los formó en línea. El grillo llamó a las abejas, avispas, vitaches, moscorrones, cigarrones, zancudos. También los formó en fila, pero al frente puso un chingo de jicotes.” –Vale agregar a la charra de Procopio, el que los jicotes son más bravos que las abejas y avispas y tienen el cuerpo negro y el abdomen y lomo amarillos. El león mandó al coyote a que preguntara al grillo si estaban listos; los miró en fila y se rio de ellos. Alístenme a este cabrón, le dijo el grillo a los jicotes. Le dieron una madriza y el coyote no hallaba dónde esconderse. Llegó ante el león y ni una palabra dijo de la chinga que le arrimaron. Se formaron como legión romana y el coyote se relegó
Los insectos se dieron vuelo picándolos y el coyote les gritaba: “cuídense de los cabrones que traen chaleco amarillo”
Procopio se tiraba de risa cuando contaba esta charra.
Sentado en una silla en la ramada de su casa entonaba una canción que seguramente él nada más sabía. Decía que se la escuchó a Agustín Villavicencio, del rancho La Angostura:
La canción se llama Jauja. Habla de la bonita ciudad de Jauja: “las iglesias son de azúcar/ los frailes de caramelo/ los santos son de panocha/ sacristanes de melcocha// Las pilas llenas de aceite/ llenas hasta derramar/ vuelan los patos asados/ con su pimienta y su sal// Los arroyos son de leche/ los cerros de requesón/ es una riqueza inmensa/ que nos causa admiración// Vámonos amigos míos/ vámonos sin más tardar/ porque allá le dan de palos/ al que quiera trabajar// Lo narrado de don Procopio López me lo pasó en un CD el compañero Simón Óscar Mendoza.
Cuando llegamos a La casa del Medio de don Toribio Rojas, éste nos cantó el corrido de “La Vaquerada”
“El 23 de abril en el rancho el Granaditos/ se juntó la vaquerada arriar ganado maldito/ Decía don Ismael Rojas caporal del Granaditos/ no se equivoque compadre que el ganado está maldito/ Decía don Ezequiel ahora sí son las diadeveras/ unos hacen punta mangas y otros agarran la res/ Decía don Ezequiel que no se quede ninguno/ vamos agarrar la res para mandarla a San Bruno/ Decía Marito Arce en la falda del Pilón/ nos van agarrar Amada falta la de comisión/ Venía un toro gacho luego se empezó a cortar/ la puerta estaba cerrada el toro no pudo entrar/ Decía Clemente Villa con una voz muy alerta/ espérenme un momentito me voy abrochar la bragueta/ Decía don Liboriano era un hombre muy iluso/ voy agarrar una res en mi macho cola de chucho/ Otro día por la mañana salieron para la sierra/ es bueno convidar a don Liboriano porque él conoce estas tierras/ Cuando venían de la sierra venían todos expertos/ Decía don Rafai Gómez yo les prometo un almuerzo/ Otro día por la mañana lazaron una vaquilla/ al pobre de Rafai Gómez le comieron las tortillas/ Yo ya me voy me despido señores dispensarán/ aquí se acaba el corrido de vaquera nacional… aquí se acaba el corrido de mi sierra inmemorial//”
Seguro estoy que este corrido nada más es cantado en la serranía de San Pedro…don Toribio lo entona muy bien y es un viejón ochentón. Alea Jacta Est. 18-08-16