En Opinion de...VIDA ARTIFICIAL EVOLUTIVA

El nacimiento de un Estado || B.C.S.

Océano Pacifico es mi origen, pasado con abolengo prístino; nuestras primeras tribus aborigen, Pericúes, Guaycuras y los Cochimies. Atrás quedo el territorio Federal, somos Estado libre y soberano; con hermosa ciudad capital, La Paz.

¡Oh!  bellas tierras Sudcalifornianas, orgullo de México, rincón de la patria nuestra. El día de hoy les comparto esta pequeña investigación histórica del desarrollo y nacimiento de mi Estado natal, B.C.S. en este artículo podrán leer como era este territorio desde la época de la conquista y como se fue desarrollando hasta convertirse en un Estado libre y soberano en una República independiente.

Al observar el mapa de la república mexicana, la porción que más destaca sin dudarlo, es la península de Baja California, esta impresión se debe al tamaño relativamente grande de ese apéndice geográfico, a la forma angosta y alargada del mismo, a la clara separación que hay entre la península y el macizo continental. Se trata de una masa de tierra con un extenso litoral de más de 3000 km, de unos 200 km de anchura, localizada aproximadamente a los 32 grados, latitud norte muy cerca de la línea divisora internacional. Al tratar de la historia de la California peninsular, convendría tener presente el significado etimológico de la palabra península: Casi una Isla.

La península está rodeada por aguas del océano pacifico, que por mucho tiempo fue conocido como el Mar del Sur y las del Golfo de California, llamado antiguamente Mar de Cortez y Mar Bermejo. Desde 1775 durante la gestión de Felipe de Neve en la época Virreinal, el antiguo poblado de Loreto era reconocido como la capital de ambas Californias, Alta y Baja, pero a partir de 1776 la capital californiana fue trasladada al puerto de Monterrey, en la Alta California, donde paso a residir el gobernador, a más de 1500 km de Loreto. Esta situación inconveniente se corrigió hasta 1804, cuando el gobierno superior determino que las Californias quedaran política y administrativamente separadas, a fin de que cada una contara con un gobierno propio. Ya en esta nueva situación se nombró como primer gobernador de la Baja California a Felipe de Goicochea (1804-1815).

Es bien sabido por los Sudcalifornianos que B.C.S. no solo es rico en paisajes, también es rico en minerales, por lo cual muchas compañías tanto extranjeras como nacionales han intentado y/o logrado meter sus narices a los recursos naturales de estas bellas tierras, pero este interés por la minería no es reciente, desde antes de la llegada del General José de Gálvez (Encargado de llevar a efecto la reorganización político-administrativa de las Californias en la época virreinal), la explotación minera californiana estaba prácticamente controlada por un solo empresario: Manuel de Ocio. Este personaje era dueño de una hacienda de beneficios de minerales, tenía registrado a su nombre varias minas, disponía de pequeñas embarcaciones y estaba muy bien relacionado con comerciantes en Guadalajara, uno de los cuales era Antonio de Mena, que lo abastecían de ciertas mercancías. Después de la llegada del General Gálvez, la posición dominante de Ocio empezó a debilitarse, a su llegada varias políticas de Gálvez afectaron los intereses de Ocio de una manera directa, la principal medida fue la adquisición, por parte de la Real Hacienda, de la Hacienda de beneficio y de las 3 principales minas de Manuel de Ocio, para que aquella y estas se trabajaran por cuenta del rey. La intervención económica de la Real Hacienda sirvió para socavar el poderío local de Ocio y aumentar las posibilidades de que hicieran fortuna otros pobladores de la zona minera. Aunque el hijo y heredero de Manuel de Ocio, Antonio, volvió a adquirir en 1781 las minas y la hacienda de beneficio que habían sido de su padre, ya para entonces había aumentado el número de personas que obraban como empresarios mineros en condiciones más o menos de igualdad. Para entonces se hallaban trabajando minas, además de Antonio de Ocio, Gerardo de la Peña, Pantaleón Márquez, Agustín Martínez, Lucas Ramírez, José María Manríquez, Antonio Basilio Liceaga, José de la Luz García, Jacobo de la Riva, José Mendoza, Lázaro Peña, Eugenio Olachea, Andrés de Coti y Rubén Marrón. Nombres y apellidos que podemos seguir oyendo 200 años después en la vida política y empresarial de nuestro Estado.

La minería obligaba a buscar vías de vinculación con los mercados exteriores, pues el metal tenía que comercializarse finalmente fuera de la península. Se obtenía así recursos para abastecer a los pobladores del distrito minero, inclusive a los rancheros, los que por su parte entregaban principalmente carne, quesos y cueros a cambio de productos manufacturados o, en ocasiones de Plata en pasta. De esta manera se fue estableciendo y ampliando un activo mercado local al que concurrieron con sus respectivos productos los mineros, los rancheros, los dueños de parcelas agrícolas y por supuesto los administradores de las misiones. Aun cuando la producción local haya sido modesta este círculo virtuoso estímulo el desarrollo de las distintas unidades productivas y permitió que, en toda la región del Sur Peninsular, de la bahía de La Paz hasta la región de Los Cabos se diera un crecimiento de integración económica interna y con los mercados exteriores.

¡Viva España, viva el Rey, Viva el orden y la Ley!

Es difícil saber si llegaron a la Baja California algunos ecos de las conspiraciones y los levantamientos independentistas que, desde 1808, tuvieron lugar en distintas partes del centro del país. No parece haber constancia documental de que así haya sido. Lo que está fuera de duda es que, mientras duraron todos esos movimientos de la Guerra de Independencia, la Baja California padeció problemas de incomunicación, de desabasto y de retraso en la llegada de los haberes de la tropa. Parece ser que el aviso oficial de que el país había quedado separado de España y de que se había formado un gobierno nacional no se recibió en la capital bajacaliforniana sino hasta fines de 1821 o principios de 1822.

Se precipitaron las cosas en la península a causa del sorpresivo arribo a San José del Cabo de dos embarcaciones que formaban parte de una flota que venía de Sudamérica comandadas por el inglés Thomas Cochrane. Este personaje había combatido contra España al lado de los insurgentes chilenos y parece que su viaje por el Pacífico obedecía al declarado propósito suyo de liberar del yugo español a otros pueblos del continente. En Baja California se vio con recelo la llegada de los sudamericanos, a los que se tomó por simples filibusteros. Falsa o real, la amenaza sirvió de acicate para que Diversas autoridades locales hicieran desde luego la jura de la Independencia. Presionado por la situación y sin mayores formalidades, lo hizo en San José del Cabo el alférez Fernando de la Toba, que años antes había ocupado interinamente la gubernatura de la provincia. Con esto, la gente de Cochrane no podía ya enarbolar la bandera de la liberación; pero, aun así, antes de seguir su viaje saqueó los pueblos de San José del Cabo y Loreto, aunque a costa de algunas bajas.

Baja California Pre-revolucionaria Uno de los rasgos predominantes de la política económica del régimen de Porfirio Día