Debe sumarse la ciudadanía

En las campañas electorales los candidatos a las alcaldías y gubernatura atiborran de sillas los estadios y canchas así como los espacios disponibles en las colonias. No ocupan la explanada del teatro de la ciudad mucho menos el recinto. Los ganones en la respectiva elección así como el gobernador electo tan pronto toman posesión se olvidan del baño de pueblo y de los acarreados de las colonias en peseras y taxis, y empiezan “su programa” convocando a locales lujosos –hoteles, centros de convenciones, sala de gobernadores- a los funcionarios, alcaldes, diputados, invitados de otras entidades, empresarios y la iniciativa privada. Estas reuniones erogan gastos en revestir el acto, viandas, agua, café, edecanes, viáticos, hoteles, etc.

Se olvidan del pueblo y jamás lo hacen participar en  sus reuniones perfumadas. Se olvidan de que con los votos de los acarreados de las colonias y pueblos están donde están.

Desde el cuatrienio de Marcos Covarrubias el teatro de la ciudad ha sido el escenario para “el día del gobernador” y se luzca en su informe anual. Otra vez los gastos insultantes en radio, prensa y televisión, otra vez personalidades y gobernadores invitados al evento, con cargo, claro, al bolsillo de los impuestos de ese pueblo que paga y no recibe beneficio alguno. Otra vez la merma en los impuestos de los ayuntamientos por el traslado de alcaldes e invitados.

Este viernes el gobernador rendirá su informe al pueblo que no podrá entrar al teatro de la ciudad. Se enfrenta a una opinión pública que se desquita en las redes sociales calificando de mediocre, incapaz, tímida e irresponsable la actuación (o no actuación) de la autoridad ante la temeraria acción del crimen organizado. Ante el peso de esta denuncia pública el gobernador no tuvo más remedio que dar la cara –porque ante la violencia se esconde- y lanzar a los cuatro vientos su “visionario” programa de vivir en paz, “diseñando una estrategia de frente común impulsando acciones firmes y contundentes contra el crimen organizado para vivir en paz,” pero ni siquiera da la mínima idea de cómo hacerlo, y mientras, el pueblo sigue pagando una increíble gota de sangre por todas las calles y colonias.

Tan pronto anunció su visionario programa para vivir en paz, el crimen organizado le contestó y en  tres días (viernes, sábado y domingo) ejecutó a trece personas y dejó mal heridas otras siete. Si la idea del gobernador fue presentar su brillante programa de vivir en paz, en su primer informe, los cálculos le fallaron porque los sicarios le echaron a perder toda posibilidad de que su “programa vivir en paz” tenga el mínimo soporte de credibilidad.

Hace tres días salió al quite –una vez más- su secretario general y en la sala de gobernadores –creo- arengó “al pueblo” allí reunido. La toma que observé en el diario digital fue: una mesa –varias_ larga adornada con muchas vasijas cóncavas muy usadas en esos eventos, conteniendo esferas. El lujo allí reunido, más el atuendo de los escuchas, fácilmente rebasa el salario mensual de cuando menos cien obreros. Y el tameme mayor del gobernador dijo: que para que funcione “vivir en paz” debe sumarse la ciudadanía. Y lo dijo ante los dueños del capital. Lo dijo ante un auditorio que no vive el mundo el pueblo; lo dijo ante un grupo político que lo único que le importa es su capital y su vida de privilegios. La expresión de “debe sumarse la ciudadanía” les entró por una oreja y les salió por la otra porque es tal la deformación social de los dueños del capital y la firulilla, que viven y actúan en un mundo muy ajeno al mundo de ese pueblo que hace ganar a los que ahora gobiernan.

Y respondió al llamado el merolico que durante toda la campaña alabó a Carlos Mendoza. Fabricio González, el titiritero de la Coparmex, señaló que el sector empresarial se suma –pero no dijo cómo- y aplaude que haya un plan y estrategia -¿cuál plan y cuál estrategia?- vertebrada en todo el gobierno.

 

PASEMOS EL RUBICÓN: Y mientras esta reunión de “notables ojos y oídos del pueblo,” los sicarios demuestran aquí y ahora que Carlos Mendoza Davis y sus agoreros, no tienen ningún plan ni estrategia para ganarle la batalla al crimen organizado. Como siempre, se esconden en la demagogia pura. Ahora sí claman al pueblo, a ese pueblo del que se burlan cada tres y seis años. Ahora sí, dicen, debe sumarse la ciudadanía y hacer un frente común. El pueblo les paga para que hagan su trabajo. Les paga para que haya seguridad y vivir en paz.

¿Cómo irá a tratar en el informe el escabroso asunto de la ola de asesinatos que ya pasan los doscientos en su mandato? ¿Para qué reunirse en el teatro de la ciudad con un pueblo que no es el pueblo que lo llevó a la gubernatura? ¿Qué medios de comunicación nos dirán la verdad?

Si los colonos saben dónde venden la droga y los arreglos en lo oscurito con los cuerpos policiacos, ¿por qué el gobernador en lugar de “rendir un informe” de pura demagogia no va ante los colonos, barrios  y pueblos a que le rindan un informe de las tienditas, picaderos y narcovendedores? Así como los sicarios están eliminando vendedores, el gobierno puede muy bien, con un plan definido y vertebrado, eliminar las tienditas y picaderos.

Eso rendiría más frutos que el famoso informe del once del mes ante un pueblo que no es pueblo. Alea Jacta Est. Miembro de ESAC. 08-11-16