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BALCONEANDO / OPINIONES DIVIDIDAS

Por Alejandro Barañano

No hay duda de que después de 16 meses de un cierre total de escuelas, estudiantes y docentes habrán de regresar a clases en con un plan educativo improvisado e incompleto.

En marzo del año 2020, ante la pandemia del Covid-19, se anunció el cierre de las escuelas y se creó la estrategia “Aprende en Casa, la cual traspasó la responsabilidad educativa del Estado a las familias, aunque se suponía que los docentes mantendrían contacto con sus estudiantes por convicción personal y sin apoyo presupuestal.

Un año después de esto, resulta que somos uno de los 23 países a nivel mundial que ha mantenido cerradas los planteles educativos, por lo que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia hizo un llamado al gobierno para el regreso a clases presenciales, pues se comienza a sentir una crisis de aprendizaje ya que alrededor del 80 por ciento de los educandos de primaria no alcanzaban en la actualidad los conocimientos esperados en comprensión de lectura y en matemáticas.

Ahora bien, cierto es que el regreso a clases presenciales es fundamental, pero es inaceptable que sea improvisado, por lo que las autoridades han tenido más de un año para planear el regreso a los planteles, por lo que se pretender que todo regrese a la normalidad en el momento que los alumnos crucen el pórtico de la escuela es un error y verdadera una irresponsabilidad.

También hay quien opina que el cierre de escuelas no solo ha acentuado las brechas de desigualdad educativa, sino que para las familias más vulnerables ha desatado una crisis de abandono escolar.

Además la brecha de aprendizajes de cada hogar traerá en consecuencia que los estudiantes regresan al aula con conocimientos muy diversos. Algunos quizá sí aprendieron en casa, pero la mayoría probablemente se desconectaron del plan de estudios y otros más olvidaron lo que ya habían aprendido el año pasado.

Por eso frente a la crisis educativa más importante de nuestra generación, la SEP centra su estrategia en promesas de agua, jabón, tapabocas, toma de temperatura y distancia entre personas; pero la falta de datos actualizados sobre las condiciones de las escuelas, el deterioro de la infraestructura y la ausencia de ampliaciones presupuestales ponen en seria duda que incluso estas promesas tan básicas se puedan cumplir.

Y es que al día de hoy el Gobierno de México no ha anunciado ampliaciones presupuestales o un plan para dar mantenimiento a las escuelas. Luego entonces: ¿Si no son las autoridades, entonces quién va costear los gastos? ¿Los padres de familia acaso?

Si un gobierno autoproclamado de izquierdacomo se dice es el de la Cuarta Transformaciónquisiera cerrar la brecha de desigualdad y pudiera impulsar una sola acción para lograrlo, esa política pública tendría que ser una verdadera educación pública de calidad, y hoy ante este regreso a clases anunciado, estamos muy lejos de ello; por lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO. . .