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BALCONEANDO / ¡DESPROTEGIDOS!

Por Alejandro Barañano

Hace un par de días el subsecretario de Protección Civil, Carlos Alfredo Godínez León, informó a través de redes sociales sobre la probabilidad de formación de un ciclón tropical en el Océano Pacífico, asegurando que las condiciones meteorológicas y el área de baja presión al sur de la costa de Oaxaca, estaría aportando mucha inestabilidad y lluvias moderadas cerca de las costas del municipio de Los Cabos este fin de semana.

Hasta ahí se podría tomar como un mero mensaje preventivo por parte del funcionario, pero de acuerdo con un estudio presentado por la Comisión Nacional del Agua ante el Consejo Estatal de Protección Civil, somos la entidad federativa que registra un mayor impacto de meteoros que los demás estados.

En la actualidad la expectativa del Gobierno del Estado no solo se centra en la labor de cuidar de los empleos y evitar a toda costa un mayor número de contagios de Coronavirus, pues existe la preocupación porque a finales de 2020, tras la aprobación en el Congreso de la Unión, desapareció el Fondo de Desastres Naturales junto con otros 107 fideicomisos.

El Fondo de Desastres NaturalesFONDENera una garantía ante las crisis provocadas por el paso de los huracanes, escenario que como ya se dijo es muy común en Baja California Sur si tomamos en cuenta el índice de impactos que registra.

Queda claro entonces que la desaparición del Fondo de Desastres Naturales deja totalmente vulnerable a la media península, tan así que valdría la pena recordar que en el año 2014 el huracán “Odile” dejó daños y pérdidas por alrededor de 2 mil 500 millones de pesos, recurso que fue proporcionado a Sudcalifornia a través de ese mecanismo.

Hace una semana atrás se instaló oficialmente el Consejo Estatal de Protección Civil por la temporada de huracanes 2021, y durante ese evento la Comisión Nacional del Agua a través de su representante, José Luis Espinoza, informó que se espera una intensa actividad en el Océano Pacífico para este año, ello por arriba de la media de ciclones, situación que hizo se prendieran las alertas ante tal declaración.

Y es que entre el 15 de mayo y el 30 de noviembre de este año se tienen pronosticado que se desarrollarán entre 14 y 20 ciclones tropicales, cuando el promedio anual es de 15 tormentas; esperando entonces de 7 a 10 tormentas tropicales, de 3 a 5 huracanes de categoría 1 y 2, y de 4 a 5 huracanes intensos de categorías 3, 4 o 5.

Tan atípica está siendo la temporada de huracanes de este año, que cuando se instaló el Consejo Estatal de Protección Civil ya se habían formado dos fenómenos meteorológicos en aguas del Pacífico sin que dejaran afectaciones a la entidad, pero una de esas dos tormentas ahora tiene el nuevo récord por aparición temprana.

El año pasado se formaron en total 16 fenómenos naturales, de los cuales 2 impactaron de alguna forma en Baja California Sur. El primero fue el huracán “Genevieve” que alcanzó la categoría 4 y registró un desplazamiento paralelo a la Península de Baja California en el periodo del 16 al 21 de agosto, el cual dejó precipitaciones importantes en Los Cabos sin mayores afectaciones.

La otra fue la tormenta tropical “Hernán”, que tuvo presencia del 26 al 28 de agosto cerca de las cosas sudcalifornianas y que provocó lluvias importantes en La Paz.

Ahora bien, se ha ponderado recientemente que la Comisión Nacional del Agua invirtió cerca de 52 millones de pesos para echar andar el radar meteorológico de Cabo San Lucas, herramienta dejó de funcionar en 2014 tras el impacto del huracán “Odile”.

Ese radar del cual hablamos es un instrumento de detección a distancia usado por los meteorólogos para localizar y pronosticar fenómenos en la zona de la atmósfera, además de permitir calcular su trayectoria, con una capacidad de cobertura de 250 kilómetros, brindando información completa y valiosa en tiempo real de cualquier fenómeno que se acerque.

Sin embargo no los desvía ni los detiene, por lo que la desaparición del Fondo para Desastres Naturales trae el riesgo de que el gobierno federal no cuente con recursos inmediatos para atender cualquier consecuencia catastrófica que pueda dejar un huracán, pues conocedores somos de la generación de daños en patrimonios y servicios de infraestructura.

Las catástrofes de un fenómeno meteorológico seguirán sucediendo, y la reconstrucción tras el paso de estos no se puede postergar. Pero queda claro que el gobierno no tiene el presupuesto adecuado para hacer frente a estos riesgos, entonces terminará por generar desviaciones de recursos de otras partidas presupuestales, lo que podría traer consigo entonces inestabilidades en las finanzas públicas. En pocas palabras: Estamos desprotegidos; por lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO. . .