Cascarita Callejera

¡Viva  México!

La noche del 15 de septiembre, luego de regresar de una reunión familiar en la que sólo se festejó el gustó de reunirnos nuevamente alrededor de una mesa, llegué a casa y revisé morbosamente mi feis para conocer algunos avances de cómo había ido la ceremonia del grito en el palacio de cantera y en palacio nacional.

Además de lo ya esperado, hubo algo que llamó mi atención.

Alguien publicó un mensaje escrito por la hija de una mujer a quien admiro sin conocer. Es el mensaje de una joven que al parecer no radica en México por razones de estudios, pero que vive pendiente de lo que pasa en el país y que se duele de lo que en él ocurre; una joven que deplora la violencia en el zócalo pero que también se lamenta de que se desfesteje el 16 de septiembre; una vida-semilla que reconoce que no hay muchas ganas de festejar “con ese cabezotas en Los Pinos”, pero que ve lo que algunos, tal vez por estar tan dentro del laberinto no podemos ver: mira un México más vivo que nunca, ve cada vez más gente conciente que lucha por aquello que considera un derecho que le arrebatan, que ya no va a las urnas a votar por el partido del estado sino por quien piensa que puede ser mejor. Ve un México  que crece, que empieza a querer liberarse de la tutela paterna y la cuestiona; ve un México “que no es una mierda” como últimamente mucha gente ha dicho sino un país vivo, más vivo que nunca,  que busca una identidad propia; no somos la Guatemala de hoy ni Chile de 1970, no somos la Polonia de Walesa ni Sudáfrica de Mandela; somos México, un país que vive su propio proceso hacia el mañana, que lucha contra sus propios fantasmas y que más tarde o más temprano terminará por derrotarlos.

La muchacha del mensaje dice que recientemente vio un tweet que decía: “Para qué festejar lo que hicieron los insurgentes, si lo han destruido poco a poco”, y ella responde diciendo, diciéndose, gritándonos, que al menos tenemos su ejemplo, preguntando, preguntándose, cuestionándonos, “qué sería de nuestras luchas modernas sin aquellos ejemplos de nuestros antepasados… dónde estaríamos ahora sin tener esos referentes de lucha, de valentía, de resistencia.”

Me pareció interesante la postura de esta muchacha porque encarna el México joven donde me gustaría que vivieran los hijos de mis hijos: un México que no reniega del pasado, que se mira críticamente en el presente, sin idealizaciones y sin autocompasión,  y que mira al futuro reconociéndose sin miedo.

La joven termina su mensaje con una pregunta que todos deberíamos hacernos como una oración al comenzar el día: “¿Cómo vamos a defender a México si no tenemos cariño por él?”