La ESSA y el Síndrome de El Baleado

Hay una similitud básica, grosera, entre un personaje de la Santa Rosalía de los sesentas y la compañía Exportadores de Sal SA –ESSA- de Guerrero Negro, independientemente de la veracidad del relato, sirve de ejemplo el caso de El Baleado, un zapatero remendón de Santa Rosalía, que empezó a ver su negocio irse abajo a causa de la producción industrial que inundó  -espacialmente con los muy populares zapatos “Canadá”-  el mercado del calzado. Eran tan baratos que el marchante prefería comprar zapatos nuevos que llevarlos a arreglar con El Baleado. Sin dobles suelas que poner, sin remiendos que colocar, el oficio empezó a desmerecer y El Baleado intuyó que eran tiempos de cambios. Después de una profunda reflexión decidió que el negocio del abarrotes podría ser una buena opción  y así, se dispuso a abrir una tiendita en el barrio.

Trasformado el taller de reparación de calzado en tienda de abarrotes con mostrador y estantes, el escaso capital que habría de utilizar e incrementar de acuerdo al progreso del negocio, se dispuso a invertirlo en mercancía básica y útil, lo que nunca debe faltar en los hogares. El Baleado no era muy letrado, tampoco muy ducho en números y porcentajes, de tal manera que a la hora de la planeación hubo un problema, un enredo, una confusión entre los costos de compra, los de venta y el porcentaje de ganancias, pues el razonamiento silogístico que utilizó fue de la siguiente manera: “Si compro la manteca Inca en 20 pesos el kilo, la vendo en 15 pesos, me gano 5 pesos; si compro los cigarros Fiesta en 3 pesos, los vendo a 2.50, la ganancia es de 50 centavos; si las galletas Marías me cuestan 5 pesos, las vendo a 4, me gano 1 peso…” así fueron los fallidos cálculos, de tal manera que en la apertura, ese mismo día, casi se acabó la mercancía, se corrió por toda Santa Rosalía, la voz que El Baleado vendía más barato que Alfonso Núñez, Elvira Araiza o Jacinto González, los principales mayoristas de la región. El resultado final, por supuesto fue la quiebra del incipiente negocio, pues no se puede vender por debajo de los costos de producción. Las leyes de la economía y de la lógica son implacables.

Eso es lo que dicen que está haciendo la Exportadora de Sal, vendiendo como El Baleado. Llama la atención que una empresa como ESSA cuya mayor inversión es el sol, el agua de mar y el viento, pueda perder dinero y esté en situación de bancarrota con una deuda de más de 50 mil millones de dólares -¡what!- Además de vender la sal por debajo del costo de producción, dicen los senadores panistas que investigan la situación de ESSA, que el mal manejo financiero y administrativo tiene además otras causas, tales como pérdidas en el mercado cambiario, sobreprecios en la adquisición de equipos, presunto enriquecimiento ilícito de varios funcionarios de alto nivel, además de una serie de enjuagues financieros con la socia Mitsubihi que se han aprovechado de la corrupción de los funcionarios mexicanos, de “los chilangos” como les llaman en Guerrero Negro esa runfla de funcionarios neoliberales que llegan tiro por viaje a Guerrero Negro, acompañados del jet set nacional e internacional a “ver ballenas” en medio de la buena vida que se procuran a costillas de la Exportadora.

Desde que “los mexicanos” se hicieron cargo de la administración de ESSA, a principios de los años setentas, cuando Mr. Ludwig –el fundador-  vendió sus acciones a Fomento Minero, ésta ha venido hacia abajo. La gran vida que se van a dar los funcionarios de alto nivel, el nepotismo –hubo un gerente de personal que a su yerno buenopanada lo colocó como inspector de refrigeradores- la dejadez con la que han manejado la empresa, que no es cualquier empresa para los negroguerrerenses. Hay con vida –afortunadamente- aun, un puñado de sus trabajadores  fundadores, quienes recuerdan los páramos desiertos, duros, fríos y salitrosos, cuando no había nada y como levantaron aquel emporio salinero; la creatividad que tuvieron que desplegar para fabricar desde un tornillo hasta maquinaria de precisión; la lucha contra el viento helado del Pacífico y las primeras toneladas de sal que salieron al extranjero el día 27 de mayo de 1957 a bordo del “Nikolos” que zarpó con poco más de 8 mil toneladas.

La ESSA no es otra empresa del estado que hay que desmantelar para venderla –por incosteable- al mejor postor; para incluirla en ese capitalismo de cuates –tan bien conocido en el país-  con el pretexto que el estado siempre es y será un mal empresario; para incluirlo en los dogmas del pensamiento neoliberal de los juniors que ocupan el consejo de administración de ESSA. Para los negroguerrerenses es otra cosa, una empresa con alma, a la que han dado su vida, su tiempo, lo mejor de sus personas la generación de sus padres, de sus abuelos; la ESSA  ha dado cuenta ya, de tres generaciones de negroguerrerenses que han mejorado su forma de vida, han enviado a sus hijos a estudiar, han hecho mejores personas, por si fuera poco, representa a una industria sustentable, limpia, que utiliza en sus procesosproductivos la generosidad de la naturaleza –agua, sol y viento- y ha convivido con las especies marinas en los mejores términos.

Los trabajadores se la ESSA han solicitado a la Secretaría de Economía que explique los ingresos y egresos de la salinera, que aclare, además, los tremendos esfuerzos que han hecho los administradores del estado para operar con pérdidas, aunque si nos atenemos al Síndrome de El Baleado, de vender la sal a precios menores al costo de producción, el misterio quedará resuelto.