Arturo Meza OsunaEn Opinion de...

EN BUENOS AIRES

Sin mayores sobresaltos llegamos a Buenos Aires por la tarde, en medio del final del invierno sureño, apenas acomodados por la noche salimos a recorrer las calles aledañas a nuestro céntrico hotel, cenamos, por supuesto, una carne argentina, un churrasquito –así decía el menú- de trecientos gramos amenizado por un excelente saxofón tanguero. La temperatura disminuía hasta los 8 a 10 grados pero al otro día un amigable sol brillante nos daba la bienvenida con una taza de riquísimo café colombiano para empezar el día. Recorrer la ciudad, los lugares que hemos conocido por canciones, películas, novelas, era la consigna.

Cercano a la calle Corrientes, no podía faltar el “3,4,8” –segundo piso ascensor- y los teatros y las estatuas de las luminarias como Gardel –of course- el negro Olmedo y Minguito, como no podía dejar de ir al Café Tortoni por la 9 de Julio donde está entre otros sitios el Obelisco y el Teatro Colon que preparaba un homenaje a Jorge Luis Borges. Es increíble lo que ha pasado con Borges en Argentina pues el Centro Cultural Kirchner también preparó una exposición acerca del gran escritor: un piso para Borges y la ciencia, otro piso para Borges y la fotografía, otro para Borges y el barrio y así, una retrospectiva borgeana maravillosa en uno de los centros culturales más novedosos del mundo- Una construcción moderna, metida en el viejo edificio de correos, un gran trabajo de ingeniería, diseño y arquitectura.

Tocaba ir al barrio de San Telmo, inmediatamente fuera del circuito microcentro, aledaño a los edificios de gobierno, tanto de la Casa Rosada como de los diferentes ministerios, está el barrio viejo de callecitas empedradas, de antiguos apartamentos y cafés que ofrecen lectura de poesía, presentación de libros, donde se lee el periódico y se suscitan conversaciones vivificantes, reveladoras ya sea con el amigo o con el aparato de tu preferencia. Está ahí la Calle de la Historieta donde se convive con Mafalda y los personajes de Quino, también con Tin Tin y algunos que provienen de historietas europeas.

El barrio de la Boca recuerda las grandes emigraciones, la llegada de los vapores provenientes de Europa, sobre todo de Italia y se aparecen los fantasmas de las familias con una mano atrás y otra adelante huyendo de la guerra y la hambruna. Hoy toda una atracción turística con infinidad de tiendas de souvenirs, espectáculos de tango, vendedores ambulantes, invitaciones a los restaurantes de la calle “Caminito” en honor al viejo tango con aparición de estatuas de los argentinos más conspicuos donde no faltan el gran Carlos Gardel, Maradona, el pintor Quinquela, los músicos Charlie García, Papo y el flaco Spinetta y un nuevo integrante de ese variopinto desfile de celebridades que es el Papa Francisco. No puede dejar de pasar por “La Bombonera”, el estadio del equipo de futbol más popular de la Argentina y la fotografía con sus jugadores emblemáticos como Palermo, Riquelme y Carlitos Tevez.

El centro de Buenos Aires es muy parecido al centro del DF, los edificios, las calles siempre en reconstrucción, las calles peatonales que son una delicias simple y sencillamente para admirar escaparates de artículos de diseño propio, de moda y artículos de piel realmente hermosos como zapatos, bolsas, chamarras –camperas-. Se encuentra uno con una gran cantidad de turismo brasileño, con frecuencia somos confundidos y los cambistas ambulantes nos hablan en portugués -¡cambio por dólares, euros, reales!- es la letanía que te persigue.

El porteño es elegante, le gusta vestir bien. Llama la atención los escases de gordos a pesar de una alimentación donde está muy presente la harina en pastas, pizzas, panes y empanadas, que es la base de la alimentación que ofrecen los restaurantes, aparte de las decenas de variedades de carnes y formas de prepararla, desde el asado familiar hasta el choripán de puesto y parrilla ambulante. Por cierto, a nuestros populares hot dogs, aquí les llaman “panchos”. Una sorpresa ha sido la calidez del argentino: como nuevo en la ciudad, es frecuente que se pregunte al azar –al que va pasando- por una calle, un lugar, han sido atentos y esforzados en proporcionarte el dato que buscas y si confraternizas un poco más y saben que eres mexicano, la amabilidad se duplica, muy diferente –afortunadamente- al estereotipo mexicano del argentino en México. Y es que México ha servido más al argentino que Argentina a los mexicanos: ha sido refugio de exiliados en épocas difíciles; han encontrado otra vida futbolistas exitosos que han seguido ligados al futbol y se han nacionalizado; artistas, actores, cantantes que han encontrado en México su realización o su punto de apoyo para llegar a otros mercados.

Hoy están en una etapa complicada, de transición de un gobierno a otro, afortunadamente un cambio que se efectuó pacíficamente en las urnas, con diferencias notables –el de Cristina Fernández de Kitchner y el actual de Mauricio Macri- en la forma de gobernar que hoy tiene a un Argentina con una inflación de cerca del 30% a la baja y un desempleo que ha aumentado. Asuntos que han movilizado a las fuerzas de la oposición: sindicatos, centrales obreras, organizaciones peronistas que mantienen la efervescencia política dentro de los cauces democráticos…pero eso será objeto de otro apunte.