Arturo Meza OsunaEn Opinion de...

EL PRESIDENTE HISTORIADOR (Tercera parte de tres)

Equívocos de la historia. Analiza los libros y partes de los libros que AMLO ha dedicado a los revolucionarios, uno de ellos es “Catarino Erasmo Garza Rodríguez ¿revolucionario o bandido?” un guerrillero mexicano que murió luchando en Sudamérica, al que AMLO considera antecesor del Ché Guevara, además del Che, otros luchadores como José Martí, Ricardo Flores Magón, Madero son objeto de admiración de López Obrador, sin embargo, dice Krauze, no diferencia uno de otro pero los incorpora a su causa.

En el libro “Neoporfirismo. Hoy como ayer” es Madero, desde luego, el gran héroe de la historia, un capítulo del libro, Esplendor y ocaso del maderismo, narra la gesta de Madero “con numerosos guiños autobiográficos”- añade el historiador, quien despliega una serie de intenciones de Madero en su escaso periodo de gobernanza para concluir que el sentido político y moral del liberalismo maderista no lo entiende López Obrador. Sin duda, la convicción democrática de Madero ha sido su mayor aporte a la historia, dice Krauze pero el concepto de democracia de Madero no coincide con el de López Obrador.

Abusos de la historia. Dice que López Obrador adjetiva a la democracia “popular” y “verdadera”, algo que a Madero le parecería una tautología, que el presidente López Obrador ha obtenido un triunfo resonante pero que no entiende, al modo de Madero, su triunfo, desecha el marco que le dio la victoria, es decir, las leyes, las instituciones y las libertades de la democracia representativa, la interpreta como una teofanía en la que el pueblo le otorga el poder sin límites. El pueblo es un cuerpo místico que encuentra su razón de ser en comunión con el líder. El pueblo no se equivoca/Él no se equivoca. Una comunión que se renueve día tras día, el pueblo es uno como el líder, los actos del líder son los del pueblo, es lo que AMLO llama, democracia popular.

Vuelve a Porfirio Díaz y su poder absoluto, algo que intentaron los presidentes del PRI, imitar los elementos patrimonialistas y despóticos, incluso el caudillismo de Porfirio Díaz, pero tuvieron dos límites: no eran dueños del partido, no podían reelegirse. Dice Krauze que López Obrador pertenece a esa antigua cultura política, al elenco autoritario, no al liberal, sin al de los populismos iberoamericanos. Tal concepción teológico-política del poder lo diferencia de Juárez, un estadista.

“Tampoco entre Madero y el pueblo había un pacto místico. Había un pacto legal, que abarcaba vencedores y vencidos” dice Krauze, el legado de Madero revive en el vasconcelismo, años después en el México 68, otro de los admirados por AMLO, Lázaro Cárdenas, fue discreto y constructor, “no abusó de la palabra, apenas la usó”. López Obrador aspira a ser como Juárez, Madero  y Cárdenas, pero  -dice al historiador- sus actos nos llevan a creer en otras intenciones: encabezar un régimen unipersonal, centralizar decisiones y dinero, no compartir el poder, nombrar magistrados, listas de senadores y diputados, quitar y poner gobernadores, tejer una red regional de hombres fuertes, amordazar a la prensa, manipular leyes, culto a la persona, dejar que insinúen la posibilidad de reelección, congresos a modo, someter adversarios, etc. Se pregunta ¿será que López Obrador estudió a detalle a Porfirio Díaz para mejor imitarlo?

Reconoce que AMLO ha hecho historia, que no se le puede regatear su lugar, pero para hacer historia y llenar los zapatos de madero, Juárez o Cárdenas, dice Krauze le falta leer la historia con humildad, “no usarla para sus fines ni abusar con distorsiones ideológicas. Acudir a ella como lo que es, una fuente de saber y sabiduría, no un oráculo o un evangelio personal”

Aconseja a López Obrador, además de estudiar la historia sin sesgos, acudir al estudio de la historia de otros países, especialmente a quienes nos parecemos. Que quizás la verdad no está en los libros de historia, no mirar hacia atrás, mucho menos imaginar la historia como una sucesión de héroes que termina con el mismo, mirar el presente –difícil y azaroso- con responsabilidad.

Al final, Krauze remata “no es la historia del poder el mejor destino de México. Es la historia de la libertad con su división republicana entre poderes independientes, sus salvaguardas frente el absolutismo, su pacto federal, sus elecciones libres, sus instituciones autónomas, sus garantías individuales”, termina con una bella frase de Don Daniel Cosío Villegas “La libertad individual es un fin en sí mismo, el más imperioso que el hombre puede contemplar”. Como buen liberal, el párrafo que finaliza este ensayo insiste acerca de la libertad individual. Nadie, ningún hombre de estado que vulnere la libertad individual tiene asegurado un pedestal en la memoria del pueblo mexicano.